Nos cruzamos por la calle, en
la parada del bus o cualquier lugar, cotidiano o no. Me gusta tu
pelo, tus ojos, tus labios, tu cuello. Me gusta como te mueves y las
formas que se esconden bajo tu ropa, me gusta mirarte con deleite y
quemar un pudor caduco sin quebrantar tu intimidad. Imaginar tu nariz
rozando mi espalda mientras tus manos recorren mis secretos y la
respiración se acelera. Decirte todo esto en un instante sin
palabras cuando nuestras miradas se encuentran fugazmente, y apartar
la vista invitándote a recorrer mi cuerpo para sentir tus ojos
indiscretos.
Todo sin tocarnos, sin
conocernos ni probablemente volver a vernos jamás. Sexo energético,
telepático, que nos regala breves momentos de placer efímero,
maravilloso, limpio de juicios y temores cuando entendemos el respeto
como la base sobre la que todo crece sano y natural.
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